Desde hace tres años, un grupo de voluntarios pertenecientes a la
iglesia Cristo para Todos, de Adrogué, se venía
moviendo cada semana, durante el invierno, en la puerta del Hospital Lucio
Meléndez, de esa ciudad. El plan era llegar a la gente en situación de calle
con un abrigo, una frazada, calzado, un café caliente con una medialuna, y un oído
para escuchar a personas solas, a las que el destino dejó en el desamparo
total. Algunos de ellos, incluso, tenían como dormitorio el hall del hospital.
Este año, y debido a la pandemia ocasionada por el coronavirus, el plan de
acción no sólo cambió, sino que se adelantó. La necesidad de los insumos
básicos para gran parte de la población no necesitó esperar a la llegada del
invierno y es así que, de un día para otro, cualquier familia que transitaba normalmente,
aunque sea con una economía modesta, pasó a facturar cero y a encontrarse en
una situación por demás precaria.
Este escenario llevó al equipo de “Jesús es mi abrigo” a
adelantar sus planes y a trabajar a la inversa de cómo lo venían haciendo años
anteriores. En vez de montar el stand que ya se hacía tradicional en las
mañanas de invierno frente al hospital, ahora se va en busca de la necesidad y
se la suple. El distanciamiento social hace que sea imposible aglutinar gente
frente a la entidad sanitaria, y es así que cuando llegan las solicitudes de
ayuda alimentaria, se hace una logística tal que se reúnen las donaciones y,
previo permiso para circular, el móvil de un voluntario sale a retirarlas y
llevarlas a destino.
Mariela Duré, mentora
de “Jesús es mi abrigo”, cuenta que “desde que
se anunció la cuarentena, nos dimos cuenta que esto no iba a ser cuestión de
días, así que, inmediatamente nos pusimos a planificar el modo de trabajo para
este año. Y pensamos en ir al revés, en vez de que la gente salga y se exponga,
salimos nosotros y llegamos con los elementos necesarios para suplir la
necesidad del momento, la más urgente”.
En lo que va de la cuarentena, parte del equipo de “Jesús es mi
abrigo” se encuentra abocado a la selección de ropas que tienen en
un depósito de Almirante Brown para luego salir a distribuirla. Además, el
grupo está involucrado, por pertenecer a la congregación Cristo para
Todos, en la distribución de las cajas alimentarias de SeamosUno,
que lanzó un grupo de entidades patrocinadas por empresarios, entre las cuales
se encuentra ACIERA, la organización que nuclea a las iglesias
evangélicas de Argentina.
“Las cajas de alimentos han servido muchísimo para complementar el
abastecimiento de ropas y otros elementos. Hemos asistido a familias obteniendo
donaciones y equipándoles prácticamente las casas. La gente es muy solidaria y
de gran corazón. Basta con hacer una cadena por Whatsapp para que nuestros
teléfonos se enciendan de tantos ofrecimientos”, concluye Mariela, luego de un
arduo día de trabajo, con cansancio en el rostro, pero con la satisfacción de
deber cumplido.
“Jesús es mi abrigo”, entonces, ya está en marcha, y todos
aquellos que deseen colaborar con este programa, pueden ingresar y contactarse
con el equipo.
Prensa y difusión: Damián Sileo
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