Esto es lo que me motiva a escribir.
Tú no tienes que leerla, pero oro
para que lo haga.
Lo que escribo es con el más puro de
los objetivos y con su bienestar en mente, bienestar físico, emocional y
espiritual, tanto ahora como en la eternidad.
Tu leerá la verdad aquí, no porque yo
lo diga, pues nada soy, sino más bien porque el Creador del universo, el Dios
que le formó en el vientre de su madre, lo estableció.
Sus verdades nunca cambian.
Tengo
tres hijos: un varón y dos niñas. Mi hijo pronto entrará en su adolescencia.
Mucha gente me pregunta lo que yo les diría a mis hijos si uno de ellos se me
acerca y declara: “Papá, soy gay”.
Esto
es lo que yo le diría. Le diría exactamente lo que voy a decirle.
Amado,
hijo. Te quiero. Yo no te juzgo ni te condeno. Te acepto como eres y moriría
por ti.
Pero
tú no eres “gay”.
Sí,
físicamente puedes ser atraído por personas de tu mismo sexo, pero cómo tú
actúes ante esas atracciones es tu elección. Quien tú eres, tu identidad, no se
define por tus sentimientos sexuales, tentaciones o comportamientos. La
diferencia entre lo que eres y lo que sientes o haces es como la diferencia
entre la noche y el día.
Esto
es lo que tú eres: Eres un maravilloso ser humano, hermoso, precioso ser creado
a imagen y semejanza del Dios del universo justo y santo.
Eres
de incalculable valor.
Pero
tú eres imperfecto, eres un pecador.
Yo
soy imperfecto, soy un pecador.
Todos
somos pecadores imperfectos, seres corruptos en un mundo corrupto. Todos somos
tentados por el pecado.
Las
tentaciones se manifiestan de diferentes maneras para cada uno de nosotros.
Estamos todos en igualdad de condiciones, sin embargo, es la manera en que
reaccionamos ante esas tentaciones.
El
comportamiento homosexual es siempre incorrecto, manifiesta y absolutamente
incorrecto.
Punto.
Todas
las religiones más importantes del mundo, los miles de años de historia y la
biología humana absoluta declara esta realidad objetiva a los cuatro vientos.
Aunque
tu corazón te puede engañar, algo muy dentro de ti sabe que esto es cierto. La
Escritura dice: “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente
perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?” (JeremÃas 17:9 NTV).
Algunos
dicen: “Pero Jesús nunca mencionó la homosexualidad”. Primero, eso no lo
sabemos. No tenemos registro en la Escritura donde Él se refiera
específicamente al pecado homosexual, pero tampoco tenemos registro donde Él
hablara sobre el incesto, el bestialismo u otros pecados sexuales.
Jesús
fue claro. Él condenó toda inmoralidad sexual, como se detalla en la ley moral.
Estaba claro que toda actividad sexual fuera del vínculo del matrimonio entre
marido y mujer es inmoralidad sexual, es pecado.
De
hecho, el pecado homosexual se identifica expresamente en el Antiguo y el Nuevo
Testamento como uno de la lista de pecados que, si se comete sin
arrepentimiento, te impide “heredar el reino de Dios”.
Es
decir, sí, el comportamiento homosexual sin arrepentimiento es desobediencia a
Dios. Si nos rebelamos contra Dios y nos negamos a arrepentirnos y pedir
perdón, entonces hemos elegido nuestro destino: hemos optado por
descalificarnos a nosotros mismos del cielo.
Hemos
elegido el infierno.
Lo
sé, no es fácil. La tentación no es fácil.
Sin
embargo, pecar sí lo es.
Mas
aún, soportar las consecuencias de ese pecado, tanto aquí como en la eternidad,
será más difícil de lo que nuestras mentes limitadas pueden comprender.
Romanos
6:23 nos advierte: “Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el
regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor”
(NTV).
El
pecado te puede llevar a la muerte física; mas también te conduce a la muerte
emocional y espiritual.
Si
estás atrapado en el pecado homosexual, ya sabes (intuitivamente lo sabes) que
esa conducta está mal, y que es a la vez un comportamiento inmoral y
antinatural.
La
verdad es la verdad, aunque lo negáramos.
Dios
ha escrito su ley en tu corazón. Eres un ser biológico, pero, más importante
aún, eres un ser espiritual. Cuando pecamos, crear una separación entre
nosotros y Dios.
La
Palabra de Dios también dice que cuando pecamos sexualmente, particularmente es
atroz porque nuestros cuerpos son el templo de Cristo. Esta separación de Dios,
un resultado natural del pecado sexual, puede conducir a la depresión y la
desesperación.
Si
te sientes tan desesperado, quiero que sepas esto: la “homofobia” no lo está
causando, como algunos incitadores adultos te habrán dicho, sino, más bien, es
el mismo pecado que lo causa (una lucha interna, sin Cristo, que te tienta a
pecar).
Tú
estás siendo utilizado. Los activistas homosexuales adultos con su agenda
política están utilizándote como una ficha para alcanzar sus metas egoístas en
un juego político peligroso.
No
eres más que un medio para un fin.
Es
posible que ellos se convencieran a sí mismos de otra manera, pero ellos no se
preocupan por ti. Ellos no te aman. No pueden. Su versión de “amor” se basa en
mentiras. Es desprovisto de la verdad.
El
amor sin la verdad es odio.
Si
sigues por ese camino ancho y vacío, no te engañes: no va a “mejorar”.
Se
pone mucho, mucho peor.
Considera,
por ejemplo, que de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) esta ruta te llevará a una
posibilidad entre cinco de contraer el VIH/SIDA. Los CDC también descubrieron
que el 64 por ciento de todos los casos de sífilis afectó a varones “gay” y que
el comportamiento homosexual conduce al riesgo astronómico de casi todas las
otras formas de enfermedades de transmisión sexual.
Aún
más sorprendente es el hecho de que, según la revista International Journal of
Epidemiology, “la expectativa de vida para los varones homosexuales y
bisexuales de 20 años es de 8 a 20 años menos que la de todos los varones”.
Comportamientos
antinaturales engendran consecuencias naturales. “La paga que deja el pecado es
la muerte.”
Pero
hay esperanza.
Jesús
te ama con un amor que ningún ser humano puede comprender plenamente. Esto es
cierto, no por tu supuesta “orientación sexual”, sino más bien, es cierto, a
pesar de ello.
Jesús
dijo: “Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo
les daré descanso” (Mateo 11:28 NTV).
Muchachos,
tomen su confusión sexual, su lucha con el pecado, y llévensela a Cristo.
Nadie
más puede darte descanso.
Escrito por Matt Barber Matt Barber
(@jmattbarber en Twitter) es un abogado especializado en el derecho
constitucional. Se desempeña como vicepresidente de Liberty Counsel Action.
Este artículo fue publicado en inglés bajo el título “An Open Letter to ‘Gay’
Teens” en CharismaMag.com.
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