Menos de diez años fueron suficientes para que Jesús López se afirmara en
el pastorado, en la ciudad pampeana de 25 de Mayo. Allí, junto a su esposa
Silvia, llegaron en el verano de 2012 con sus valijas cargadas de ilusiones, y
con el desafío de pastorear una congregación que no estaba acostumbrada más que
a algunas actividades dominicales y poca visión evangelística.
Al principio fue duro, intentar proponer un cambio de mentalidad en gran
parte de la población cristiana que, tal vez sin proponérselo, se conformaba
con ser un “pueblo cristiano muy feliz”. Pero la mirada del matrimonio López
iba más allá y encontraron en 25 de Mayo la oportunidad para ejercer una
influencia de la iglesia de Cristo nunca antes vista.
“Entendimos que Dios nos trajo a la ciudad para hacer algo, provocar algo.
Fue un desafío que nos gustó, dejar la ciudad natal, para emprender con un
deseo de Dios, que, por supuesto se convirtió en el nuestro”, cuenta Jesús.
Los años fueron pasando y el joven pastor Jesús López fue ganando
experiencia y a fuerza de una constancia que fue clave y un llamado muy claro
de parte de Dios, se afianzó y lo que al principio comenzó con un grupo de
creyentes se fue transformando en la iglesia más numerosa de 25 de Mayo. La
tarea social que ejerce la congregación no pasa inadvertida, cobrando un
protagonismo notable en estos tiempos de pandemia. “Dios ha sido bueno,
y su bondad se ha mostrado evidentemente en el crecimiento que se ha logrado.
Hemos buscado mostrar de Dios no solo en un templo sino fuera de él, asistiendo
socialmente las necesidades presentadas, en plena pandemia…”.
Pero en los últimos tiempos, los actos milagrosos de Dios se tornaron en
algo usual en medio de una congregación que se familiarizó con sanidades de
enfermedades terminales, prosperidad económica en tiempos de escasez,
restauración matrimonial y también aquellas señales en las que Dios no se pone
límites. El pastor Jesús López lo relata de esta manera: “La verdad es
que Dios no deja de sorprendernos. En estos tiempos de COVID19, Dios ha
potenciado su poder en la iglesia. Cuando se creía que la iglesia iba a perder
o aislarse Dios duplicó su propuesta. Nos apasiona escuchar los testimonios que
relatan en nuestra ciudad los que se conectan cada domingo, sanidades, milagros
creativos financieros, entre otros. En las últimas reuniones Dios nos ha
sorprendido con polvo de oro y aceite en manos de la gran mayoría que nos
escucha de manera online. Definitivamente, estamos convencidos que en nuestra
ciudad está despertándose un avivamiento, y la tarea de dar a conocer a Jesús
en una aventura apasionante.”
La iglesia necesitamos despertar y activar la fe, no solo la fe teológica,
la cual aplaudo, pero lo cierto es que la fe va más allá de un mero
conocimiento intelectual, la fe es poder de Dios listo para manifestarse. Solo
la fe intelectual lamentablemente nos ha convertido en maestros de algo, pero testigos
de nada, y en estos tiempos necesitamos ser testigos, como lo dice el libro de
los Hechos 1:8, una fe que nos introduzca a lo sobrenatural, y así, ser
posicionados en nuevas dimensiones.
Prensa y difusión: Damián Sileo
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